Cuando hablamos de George Orwell de inmediato aludimos a obras inscriptas en la literatura universal, para luego asociarlo con la militancia política, el periodismo comprometido, y una genialidad crítico social porcas veces vista. Así esperamos que al mencionarse su obra se analicen sus aspectos biográficos, dando paso a esa crítica hereditaria que intenta llegar a todo origen y explicación por medio del ser que se expresa en relación necesaria con su época. Entonces queda expuesta su infancia, su juventud, su militancia, el contexto cultural de su época, su producción periodística y su temprana muerte; por lo tanto quedan excluidos de dicho análisis los rasgos literarios y creativos más relevantes de su obra, pero, por sobre todo, queda eclipsado el mensaje sociopolítico que el autor pretendió transmitir al público literario y a la posteridad.

La obra que aquí nos ocupa es 1984. Una novela, si se quiere, con cierto cariz profético, una advertencia política a la humanidad concluida en el año 1948 que, con el enroque de sus dos últimas cifras para darle nombre a su obra, el autor parece anunciar la inminente concreción –no importa cuál sea la fecha, que en todo caso será asimismo anecdótica– de su prédica. Lo que ayer fue una advertencia, hoy es el alarmante grito de una humanidad que se hunde en un abismo que parece no tener fin: el del sometimiento del hombre por el hombre mismo.

En 1984, la opresión de las masas tiene lugar en el marco de una realidad ficticia, de una estructura estatal burocrática con una represión agobiante, de una sociedad recreada artificialmente sobre ideales utópicos en miras a un paraíso terrenal que termina convirtiéndose, como a menudo sucede, en una antiutopía infernal. En Oceanía, la cara visible de esta realidad sociopolítica está erigida desde el poder y es sostenida diariamente desde los medios de comunicación. Esta realidad ficticia creada y sostenida por la propaganda desde los medios es el recurso abominable con el cual Orwell estuvo familiarizado por su participación en la guerra civil española y como periodista de la BBC.

Entonces, el periodista británico supo cómo el poder político se valía de los medios de comunicación como medios de manipulación, de ocultamiento de la verdad, y como arma de persuasión para engañar al enemigo o a su propio pueblo, y perpetuarse en el poder para alcanzar sus ambiciones más oscuras. De esta manera, 1984 de Orwell advierte las ilusorias realidades de las políticas de los gobiernos totalitarios y fascistas de la época, pero también expone sus despiadados métodos y sus políticas belicistas y genocidas que siguen vigentes hasta nuestros días.

*Profesor de Español y escritor. Fragmento de Ensayos Distópicos I